HISTORIA RELIGIOSA DE LA CIUDAD DE OAXACA

Oaxaca era del Marqués y Antequera pertenecía al rey, aunque en realidad eran la misma cosa. Durante sus inicios existió una especie de administración paralela del territorio por un lado existía lo que se llegó a conocer como Santa María Oaxaca o el Marquesado de Oaxaca, que Cortés fundó y controlaba junto a su población ind&@237;gena y por otro lado Antequera del rey.

La primera Audiencia dio su apoyo a los habitantes de la villa y encargó en 1529, la fundación y gobierno de la villa a Juan Peláez de Berrio y tres años después, Antequera recibió el título de ciudad ante la realidad de tener una comunidad española en una región dominada por una amplia población indígena y enlazara a México y Puebla con Guatemala. La mayor parte de los países colonialistas tuvieron que enviar a sus colonias ciudadanos que representaran los intereses de los colonizadores.
Oaxaca o Antequera en aquella época, era una ciudad joven que emergería de las ruinas de antiguos asentamientos indígenas allí ubicados y ocupados posteriormente por españoles. La ciudad de Oaxaca parece el resultado de un sincretismo urbano, adaptada a una traza regular.
Para solucionar los conflictos con Cortés y ordenar el gobierno de la diócesis, el obispo de Santo Domingo y presidente de la segunda Audiencia, Sebastián Ramírez de Fuenleal se trasladó a dicha ciudad y amplió la jurisdicción de la ciudad al tiempo que limitó el poder del marquesado a cuatro pueblos (Doesburg "La fundación de Oaxaca antecedentes y contexto del título de ciudad de 1532" 75 y 78).
La diócesis de Antequera se erigió en 1535 por bula del papa Paulo III, sobre parte del marquesado del Valle, entonces la primitiva iglesia (San Juan de Dios) se convirtió en su primera catedral.
La catedral dio así, legitimidad al proyecto de ciudad; organizó la urbs en cuyas calles trazadas a cordel se repart237;an las casas de los nobles, los templos, conventos y ermitas y como cabeza espiritual de la diócesis y eje axial urbano respondió a las necesidades litúrgicas y de organización social de la civitas encabezada por el rey y cuyo poder era ejercido por los obispos que all237; tienen su cátedra o su trono.
En realidad, la apropiación de los espacios catedralicios de Antequera de Oaxaca.
Es bien conocida, aunque poco fundamentada la leyenda de que este crucifijo fue un regalo de Carlos V hizo al primer obispo de Antequera, el dominico Juan López de Zarate (periodo 1535-1555) y a su catedral recién erigida, la leyenda no tiene referente antiguo conocido y ha sido trastocada por otras "historias" semejantes, escritas en el siglo XVII para destacar la prodigiosidad de la reliquia de la Santa Cruz de Huatulco, la copia de la imagen Virgen de Guadalupe que presidía una ermita al norte de la ciudad, así como de otras imágenes que resistieron incendios.
Pese al peregrinar por la catedral, el santo Cristo no perdió su impronta como imagen fundacional, y en 1726 estrenó un nuevo altar merced a su antigüedad y devoción y por iniciativa del obispo Ángel Maldonado (1702-1728) y su cabildo se realizó la fábrica del retablo. Ya finales del siglo XIX todavía el arzobispo Eulogio Gillow (1887-1922), le dedicó una capilla privilegiada junto al altar mayor, donde recibía culto dicha reliquia de la Santa Cruz de Huatulco, que entonces se removió a su capilla actual; pero dada la devoción sostenida hacia el crucificado, ocupa desde el último tercio del siglo pasado la capilla del sagrario, sin duda la más suntuosa de la catedral.
Dr. Fray Ángel Maldonado.Tenía cierta inclinación al santuario de la Soledad, donde estableció diez fiestas solemnes con Misa, Maitines, Sermón, fincando una suma regular para su celebración cada año. Murió el 17 de abril de 1728 y su cuerpo se sepultó en la iglesia Catedral de esta ciudad.
En el programa artístico del siglo XVI, el patrón fundador de la ciudad tenía un lugar privilegiado en la nave del Evangelio.
Con tantos incidentes constructivos y reconstructivos, el ajuar litúrgico y el programa en imágenes tuvo una serie de cambios y modificaciones que corrieron a la par de los procesos arquitectónicos desde su fundación.
No fueron sólo los indígenas quienes se apropiaron de elementos conceptuales de los europeos, ya que también estos últimos entraron en relación con el saber indígena, lo barajaron y, en algunos casos, lo utilizaron; los españoles aceptaron las tradiciones indígenas acerca de las migraciones como un dato histórico, y no mitológico, aplicándolas a sus programas de exploración y conquista del noroeste).
La religión - la relación con lo sagrado - representó el ámbito de mayor resistencia a la permeabilidad, especialmente por parte de los españoles, portadores de una religión doblemente monoteísta: tanto por su único objeto de culto como por su enfoque excluyente en el diálogo con el otro (Rosalba Piazza).
No podemos entonces abrazar la tesis de la conquista espiritual, entendida como una cristianizacion "ortodoxa" de los nativos, que no tuvo lugar - ¿cómo hubiera podido?- ni siquiera en las áreas de evangelización más entusiasta y eficaz; pero tampoco resulta históricamente fundada una proyección generalizada de la categoría del rechazo, en ninguna de sus dos versiones: oposición militante o resistencia.
México 1 de agosto de 2002, don Juan Bautista y Jacinto de los Ángeles, dos hombres zapotecos, esposos y padres de familia son beatificados por la iglesia católica, tres siglos antes buscaron refugio en los cuartos traseros de la casa e iglesia dominica de San Francisco Cajonos, algunas horas antes de ser linchados y asesinados por sus conciudadanos.
Una comprensión completa de este motín y de sus secuelas jurídicas y punitivas entre 1702 y 1706 exige una postura analítica que se aproxime a las devociones locales indígenas como fenómenos sociales y simbólicos independientes que estaban coarticulados de distintas maneras con el régimen colonial.
El Obispo Isidro Sariñana y Cuenca (1683-1696) le hizo frente a los apóstatas indígenas creando un reclusorio permanente de "maestros de idolatrías" e idólatras reincidentes que sería concebida como la "prisión perpetua de idolatras," en el Palacio Episcopal (Eutimio Pérez, Recuerdos históricos del Episcopado Oaxaqueño. 1888). Este obispo probablemente encontró inspiración en dos precedentes establecidos tanto en la Nueva España como Perú, "experimento de castigo cuya dinámica reunía tanto elementos coloniales como modernos, ya que dicha cárcel aseguró el castigo y el aislamiento de maestros nagualistas por tiempo indefinido de la década de 1690 en adelante, como si fueran casos contagiosos" (Tavárez 2012: 481).

Imaginemos lo que sucedía en ese espacio donde la intelligentsia indígena era concentrada, por la fuerza, en dichas cárceles donde se les hacían procesos y se trataban de corregir sus "desviaciones demoniacas." Pero al mismo tiempo muchas tradiciones y conocimientos autóctonos se reunieron al interior de sus murallas por varias décadas, y de alguna forma debieron haber creado un discurso mucho más elaborado de la tradición colonial.
Consagró el templo de Nuestra Señora de la Soledad, con toda la solemnidad posible, el 6 de septiembre de 1690. Fundó un Colegio para instrucción de niñas en esta ciudad y reparó el Colegio Seminario. Falleció el 10 de noviembre de 1696. Se sepultó en la Catedral.
El 16 de septiembre del año 1700, los dos fiscales de la parroquia de Caxonos, D. Juan Bautista y Jacinto de los Ángeles, por haber denunciado a la autoridad eclesiástica un acto solemne de idolatr*#237;a, y por haberse resistido a prescindir de sus creencias cristianas, fueron martirizados por los idólatras, y sacrificando generosamente sus vidas, sellaron con su sangre la fe que profesaban( Dr., D, Eulogio G. Guillow Apuntes históricos. Imprenta del Sagrado Corazón de Jesús 1889 ).
Como el acontecimiento tomó un carácter serio por el número considerable de indígenas comprometidos en el acto de idolatría, y por haberse coligado diez y ocho pueblos en el distrito de Villa Alta.

Pedro de Otálora Carvajal nació en Antequera del Valle de Oaxaca el 29 de junio de 1625, precisamente el día de San Pedro y San Pablo cuya devoción promovió hasta los últimos días de su existencia.

Cuando el obispo Tomás de Monterroso (1664-1678) se pone al frente de la diócesis oaxaqueña inicia un periodo de promoción de la devoción de la Inmaculada Concepción, también fomentó el culto a Rosa de Lima la primera santa de América.
El obispo también mostró preocupación por elevar las devociones locales, como de la Soledad de María, la cruz de Huatulco y la de la Virgen de Guadalupe.

Otálara fue la figura más visible y determinante en la promoción de la devoción de la Soledad a finales del siglo XVII, esto no habría sido posible sin el apoyo de las personas con las que estaba vinculado, especialmente su albacea que continuó con los lazos sociales otalorianos y pudo hacer que notables comerciantes aportaran parte de sus caudales para el sostenimiento de la devociVn mariana de Oaxaca.

Pedro de Otálora de carácter tranquilo, paciente y sosegado le hicieron entender, ya desde su parroquia en Ozolotepec, donde se enfrentó al problema de la idolatría, que, su papel de autoridad y juez en el aspecto moral, la corrección de sus ovejas no era posible mediante el castigo o el temor, sino que era mejor fomentar el culto divino con obras de decoro, como las que necesitaba la iglesia.
Otálora como promotor de imágenes de culto, no tiene parangón en Oaxaca, por lo menos en el siglo XVII. El personaje sabía muy bien que las imágenes cumplían una tarea importante en la sociedad antequerana de su momento, por ello no dudó en promover el mensaje de consolidación de poder que había en ellas; para dejar constancia de su labor en la diócesis y del linaje de "Otálora" mandó labrar su escudo por partida doble en la portada y en el ábside del altar mayor, dejando de esta manera memoria de sus obras materiales.

Pedro de Otálora falleció el 20 de junio de 1691, fue enterrado en la iglesia de la Soledad, levantada y ornamentada con sus propios recursos, poco antes había renunciado al privilegio de ser sepultado en la capilla catedralicia de San Pedro, que donó a los niños expósitos.

Es probable que el proyecto de la Soledad la haya proyectado un arquitecto proveniente de Puebla de los Ángeles, pues Otálora tenía predilección por ellos. Al mirar el edificio y su construcción no hay duda de que existe "una homogeneidad, una unidad de proyecto que no se ven frecuentemente." (Mullen) Es decir, un programa que incluye desde el lugar de su emplazamiento, el santuario, convento y portada. Todo se puede interpretar por medio de la planta arquitectónica en forma de cruz, si se observa de frente podemos ver que en el lado izquierdo, fueron colocados tremendos contrafuertes, mientras que, a la derecha, el roquedal adosado al convento de agustinas está funcionando también como contrafuerte: finalmente la portada cóncava distribuye el empuje de las bóvedas de la nave.

El coro alto en la entrada nos indica la intención de que fuera usado por las monjas para rezar las horas primas y desde ahí ver de frente a la imagen. Pero también, ellas observarían el paso procesional de la imagen y su salida por el costado izquierdo del santuario durante la semana Santa. Es decir, estamos ante una iglesia santuario construida para funcionar en conjunto con el convento.
Los promotores de la imagen de Oaxaca tomaron la decisión de instituir la fiesta cada 18 de diciembre, sin embargo, a ciencia cierta no se conoce la causa, pero esto no fue obstáculo para que los oradores descifraran esta cuestión y dieran una explicación.

Las cofradías eran asociaciones de personas agrupadas en torno al culto y devoción de una imagen religiosa. Los cofrades cumplían diferentes funciones, entre ellas dar asistencia a sus correligionarios. En la España del siglo XVI, las hermandades de sangre o penitenciales jugaron un importante papel, aún hoy, los integrantes de las mismas salen en procesión durante la Semana Santa.
Es difícil saber con exactitud que iglesias visitaban durante la procesión de Jueves Santo, pero se puede intuir que la cofradía y la virgen de la Soledad salían de su casa para después entrar en el Hospital de San Cosme y San Damián; continuaban por la iglesia de la Concepción, la de Santa Catarina de indios, luego se dirigían a la Merced pasando por el convento de Santa Catarina de Siena y de ahí al palacio episcopal, luego la iglesia de San Agustín, enseguida la Compañía y por último la hermandad retornaba a casa.

Una de las primeras referencias de que la Virgen salió en rogativa, es del tiempo de Tomás de Monterroso, quien en 1672 la cargó en hombros para solicitar el beneficio de la lluvia.

La vestimenta de la Virgen es muy especial, por ser la Patrona de Oaxaca, se le cambia la vestimenta de acuerdo al calendario litúrgico; se le añadían prendas específicas para las procesiones del Viernes Santo. Para el llamado "Encuentro con el resucitado" es posible que se usara un vestido de luto, complementado con elementos pasionarios, como la corona de espinas y un paño ensangrentado.

En 1690 se dedicó y concluyó la portada de la iglesia de la Soledad; si el espectador detiene la mirada en ella y observa la calle central, entonces notará que luce una Virgen de la Soledad muy diferente iconográficamente a la que se encuentra actualmente en el altar mayor. La Virgen está en escena narrativa en la que se mira de hinojos, con las manos juntas y los dedos entrelazados, un largo rosario cuelga del cuello y las esquinas de amplio manto están unidas o recogidas poco más arriba de las rodillas.
Si se comparan las imágenes de la Virgen de la Soledad de Oaxaca del siglo XVII con las de la Virgen del convento de la Victoria de los mínimos de Madrid, entonces no queda duda que la imagen antequerana abreva de esta iconografía. El modelo madrileño surgió en el siglo XVI vinculado a la devoción de la reina consorte de España, Isabel de Valois, profesaba a una imagen pictórica de la Virgen de las Angustias y la Soledad. De esta obra bidimensional se hizo una copia escultórica, que sería un regalo para los frailes de la orden de los Mínimos de San Francisco de Paula.

Manuel Toussaint, en su libro la pintura colonial en México apuntó en el apartado concerniente a Oaxaca apuntó que en la nave de la iglesia de la Soledad estaban seis cuadros de gran formato, dos de los cuales consideraba "decididamente flamencos," a saber, el de la santa María Magdalena y el de una mártir que identificó como santa Margarita. Sobre los estantes el estudioso indicó que eran italianas, preseas del arte europeo.