El Antiguo Panteón de San Miguel





Panteones anteriores al de San Miguel, el de San Cosme y San Damián, Panteón en lo que es ahora el mercado 20 de noviembre donde se ubicarán los juaninos posteriormente. Existió un panteón también junto a la iglesia de la Coronación en la esquina de 20 de noviembre con Mina, pero la iglesia fue destruida por los sismos y el panteón reubicándolo a un lado de la Sangre de Cristo, pero debido a que se encontraba en un área muy cercana al centro de la ciudad las personas no estuvieron de acuerdo para finalmente ubicarlo en el Pueblo de Jalatlaco.

En muchas ciudades ha sucedido lo mismo que en la primitiva Antequera, el cura o el fraile, o el amigo que recibía el último suspiro de un moribundo recogía su cuerpo y lo llevaba a la iglesia donde tenía facilidad para sepultarlos, además se dice que, por largos tiempos los pobres llevar durante la noche los cadáveres de los deudos y colocarlos a los pueblos del templo para que al día siguiente los inhumase la caridad cristiana y como el poder político desatendía al ciudadano en la hora de su muerte, los sacerdotes adquirieron el derecho de recoger sus despojos y enterrarlos en las iglesias mediante un pago más o menos cuantioso y en cambio, los restos del pobre tenían gratuitamente un lugar en los atrios, llamados entonces cementerios.

Hubo crecido el número de víctimas preferentemente entre los niños y el temor por la gran morbilidad del mal obligó al Ayuntamiento a buscar en los terrenos situados entonces entre el río Jalatlaco y las canteras municipales terreno aparte de los camposantos y cementerio de los templos, para enterrar a las numerosas víctimas que no cabían ya en estos lugares.

Desde aquella terrible epidemia se le llamó a este sitio Panteón de San Miguel, llamado así por haber puesto bajo el patrocinio de dicho Arcángel contando desde su origen con una pequeña estatua en la hornacina de su frontis. El arcángel San Miguel es quien escolta los fieles al cielo a la hora de su muerte.

Al asumir el licenciado Benito Juárez García la gubernatura del estado en 1848 tuvo dos grandes preocupaciones; el puente que une a la ciudad de Oaxaca con Xoxocotlán y el trazo de los panteones 1,2y 3 así como el bardeado de San Miguel, encomendando la obra al brillante arquitecto don Francisco Paula Heredia. Es de tener en consideración la anécdota que, en ese mismo año de 1848, falleció la niña Guadalupe Juárez Maza, cargó sobre sus hombros el ataúd con el cadáver de su hijita, para inhumarla en San Miguel, para dar un ejemplo de acatamiento a la ley que el mismo promulgó.

El gobierno del general Félix Díaz (1867-1871) volvió a pensar en el proyecto se desempolvaron planos y maquetas en las bodegas municipales. Se amplió dicho proyecto que era de dos cuadras, a tres, este último destinado a los pobres y prosiguió la obra tantas veces interrumpida que concluyó por 1890.

El presidente del Ayuntamiento, que lo era en el año 1897 el señor Francisco Vasconcelos y su inmediato sucesor el señor don Manuel María Mimiaga contrató la obra de un nuevo panteón unido primero por el lado oriente. El nuevo y extenso panteón y extenso de barda de cal y canto, se encuentra dividido en cuatro cuadras con departamentos para adultos y para niños, por el lado sur están las oficinas para la administración. La parte exterior que continúa en línea recta la fachada del antiguo panteón, ofrece un frontispicio sencillo, pero de arte nuevo.

El 20 de enero de 1899 el municipio de la ciudad convoca a los interesados a participar en la construcción de un nuevo panteón el número 2 este documento se encuentra en el Archivo municipal. El panteón número 2 se concluyó el 31 de diciembre de 1899 y quedó abierto al servicio el día 18 de julio de 1901. Su costo se calcula en trece mil pesos.

Es un cuadrilátero formado por altos lienzos de cantería con una extensión de 113 metros cada uno y un frontispicio sencillo y severo. En el interior cuatro extensas galerías o corredores contienen 2,355 nichos arqueados o sepulcros de piedra simultáneamente abiertos en el ancho del muro.

El contenido de los nichos se decidió que en una epidemia de cólera morbus fueron incinerados y enterrados en una fosa com250;n, entre ellos estaban los del genial compositor autor del Vals 'Dios nunca muere' don Macedonio Alcalá Prieto, que pertenecían al nicho 147 que desaparecieron.

En el muro que el visitante encuentra a la entrada se puede leer el magnífico soneto a la muerte que escribiera un oaxaqueño, José Blas Santaella (1832-1881) que perpetua en su nombre y que enjoya el Panteón de San Miguel.

Los cementerios del exmarquesado, San Juan Chapultepec y Xochimilco tienen una celebración aparte, en cada uno de los siguientes lunes de noviembre, cuando la visita de los "muertos" en tales ocasiones ofrece un colorido propio.